domingo, 11 de mayo de 2025

De cómo ser un genocida y echarle la culpa a la víctima

De cómo ser un genocida y echarle la culpa a la víctima

 

Hace algo más de dos o tres años que no escribo. No me apetece. Hago, sin embargo, un pequeño receso para hablar de algo que me ocupa estos últimos dos años y me preocupa. Tras vivir algunos años en Alemania pensaba que conocía, más o menos, cómo era el país y el paisanaje. Aunque mi opinión no era enteramente positiva tampoco era dramáticamente negativa. Mi pensamiento siempre fue: no se puede hacer responsables a los hijos de lo que hicieron los padres, lo mismo que sería equivocado culpabilizar a los padres de los crímenes de los hijos. Desde hace 19 meses observo una sociedad para la que no encuentro calificativo más benévolo que el de deplorable.  Y cuando me refiero a la sociedad no me refiero solo al hombre de la calle, sino a todas sus instituciones. Para alguien como yo que pensaba que la Alemania de hoy no tenía nada que ver con la Alemania de los años 30 e intentaba comprender cómo había podido suceder aquello: el nazismo y el genocidio, y que también quería averiguar cómo y cuánto había cambiado realmente la sociedad alemana… toda mi gran experiencia sociológica se ha convertido es un flop.  Mi conocimiento del mundo alemán no se reduce solo al contacto con personas en la vida diaria, sino que siempre tuve el prurito de hacerme con una biblioteca adecuada que definía el cosmos que se expresa en lengua alemana desde una multitud de ópticas. ¿Dónde se encontraban las entrañas del alma alemana?

Resultado de mi interés por la cultura alemana fueron muchos artículos y algunas traducciones de pequeños libros y antologías. De esta manera, en 2011, en Campo de los Patos publiqué un largo artículo sobre la literatura en lengua alemana, así como la traducción de una selección de 25 poemas. El último de estos 25 es obra de Wolf Biermann[1].

Biermann¸ ciudadano de la República Democrática Alemana, era un cantautor crítico represaliado por el sistema que prohibía tanto sus actuaciones como la grabación de su música. En 1976 se le retira la nacionalidad alemana de la República Democrática, lo que provoca una ola de indignación a ambos lados de las fronteras alemanas y la solidaridad de un gran número de artistas y este se va a vivir a la República Federal. Allí se une al PCE de Hamburgo y con los años, además de continuar con la música y las letras, se irá distanciando del marxismo hasta convertirse en unos de sus críticos recursivos. No tardan en llegar los momentos de cercanía con la CDU, así como la revelación de Israel como patria de adopción y el apoyo a la política bélica de EEUU y la OTAN en Iraq, es decir, a su destrucción.

Hace unos días moría Margot Friedländer, la hasta ahora superviviente judía del Holocausto de edad más avanzada quien había pasado sus últimos años en Alemania advirtiendo a las generaciones más jóvenes del peligro del nazismo; desde el inicio del genocidio en Gaza, su aparición se había multiplicado en multitud de actos y homenajes rodeada de los políticos más arribistas y sanguinarios de la moderna política alemana.

Como no podía ser de otra manera, esta semana, para rendir tributo a la memoria de la centenaria, se contó con la presencia y actuación de Wolf Biermann, que dijo estas palabras: “Acabo de estar con mi mujer Pamela en Israel y pensé en las palabras que Golda Meir les dijo a los palestinos: Que vosotros hayáis asesinado a nuestros hijos, os lo tendremos que perdonar un día, pero lo que nunca os podremos perdonar es que hayáis obligado a nuestros hijos a convertirse ellos mismos en asesinos”.[2]

La dimensión real de la cloaca moral que constituye los lindes naturales de Alemania se encuentra perfectamente perimetrada con las palabras que los nombres más conocidos de la política, del periodismo, de la filosofía, del mundo judicial y académico han ido vertiendo estos últimos 19 meses para justificar y colaborar en el genocidio del pueblo palestino.

Cierto, aunque en Alemania el apoyo a Israel es prácticamente total, cada persona posiblemente tiene una historia particular.

¿Qué sabemos del cantautor Wolf Biermann? Sabemos que con su esposa Sibylle Havemann, Wolf Biermann tiene un hijo llamado Felix Havemann. Este tras estudiar en Berlín y vivir en Hamburgo emigra a Israel en 2010. Vive con su familia en Ra'anana.  Entre 2007 y 2009, se convierte al judaísmo y ahora vive allí como judío ortodoxo moderno[3].

¿Se entiende ahora por qué los israelís se ven obligados a expulsar y asesinar a decenas de miles de palestinos que con su perfidia innata (el propio hecho de nacer) impiden que los hijos del pueblo elegido por Dios (estos nacen donde les da la gana) reciban por fin la tierra prometida?

 



[1] Campo de los Patos, Saltadera, pág. 186-187, Uviéu

[2] https://x.com/JSNahost/status/1921483114162929756

[3] https://de.wikipedia.org/wiki/Eliyah_Havemann